El reciente desastre por inundaciones en España, comparado con el huracán Katrina, fue resultado de una combinación de advertencias tempranas ignoradas y negligencia en la infraestructura, que condujo a más de 200 muertes. Cuando fuertes lluvias azotaron Valencia el 29 de octubre, los funcionarios regionales no activaron las medidas de emergencia a tiempo, lo que causó daños extensos y un descontento público. La tormenta reveló profundas luchas políticas internas y una falta de coordinación efectiva entre las autoridades regionales y nacionales, agravadas por años de desinversión en infraestructura crítica. Tras el desastre, el gobierno español anunció importantes esfuerzos de alivio financiero para abordar las secuelas y los impactos continuos del cambio climático.